jueves, 23 de abril de 2015

Los estrechos puntos de vista.

    Todos nos basamos en inclinarnos en opiniones, clasificar situaciones y hacer comparativas. Nuestra base de entendimiento y captación permite elaborar una demarcación ante lo que acontece y, desde ahí, elaborar un posicionamiento firme y determinado.

    Es entonces cuando nos aferramos a puntos de vista, preferencias o creamos distanciamiento mediante el rechazo. Pero a veces todo lo que consideramos creer, todo lo que damos por hecho, todo el conocimiento que damos por sentado, no es más que un margen que separa y llega a distanciarnos de un entendimiento más amplio y panorámico. Nuestro saber abarca hasta un punto y depende de nuestra actitud el querer ampliarlo. Para ello debemos estar en apertura, dispuestos a soltar todo aquello que creemos ser lo que nos sostiene y define. Es reciclar continuamente nuestros patrones de comprensión y lanzar unas miras que abarque hasta el infinito.

 Si no, de otro modo, se van coagulando y petrificando todo aquello que en su momento pudo haber tenido su validez. Pero todo es fenoménico y transitorio (no irreal), e incluso nuestro punto de vista en un momento determinado puede haber alcanzado su fecha de caducidad.

    También entran de lleno los contextos, pues ese decorado permite rellenarse con nuestras preferencias e ideologías. Y cómo no, nuestro estado de consciencia, pues es lo que determina la discriminación de los hechos y sus consecuencias.

    Discernir no es fácil, y menos cuando estamos apegados a estrechos puntos de vista. Son estos una parcela en la que nos sentimos familiarizado y seguros, y creemos coger en ella con nuestra personalidad configurada en sus creencias.

    Un punto de vista erróneo no tiene más consecuencias que la posibilidad de ser cambiado, pero su apego desmesurado es lo que hace sacar lo peor de una persona.

    Ideologías, creencias, dogmas, clichés, y un largo etcétera, han cambiado siempre la historia de la humanidad. No mirar más allá de un estrecho punto de vista, es estancarnos en un sitio que no ofrece una visión más ampliada, y con ello, la posibilidad de manejarnos con más variables que determinan razones, consecuencias o vislumbres.

    Nuestro grado de lucidez también repercutirá en ampliar la periferia de nuestros amasijos de conceptos, juicios y prejuicios. A veces se derretirán; otros, se solidificarán, porque se reafirma más su fuerza y hacemos todo lo posible por sustentarlo.

    No salir de los estrechos puntos de vista es como no actualizar nunca un reloj. El tiempo se queda detenido, la vida se mantiene en pause, y nuestra capacidad de entender se acoge y no se suelta de la solidificación en nuestra postura. Abrir la mente no significa perder nuestros valores, ni la ética, ni destruir nuestras consideraciones. Pero sí es dejar correr el río de las opiniones y fluir con ellas sin sujetarnos siempre a la misma rama, porque esta puede quebrar y el curso de los acontecimientos nos terminaría por arrastrar sin tener más alternativas donde sujetarse.

    Hagamos por ampliar el horizonte, humildemos nuestras opiniones, relevemos lo que creemos es fijo e inamovible. La vida abarca mucho más de lo bueno y malo, lo bonito y lo feo. La comprensión no tiene límites, no es raciocinio únicamente, es también existencial, y su lenguaje escapa de lo meramente racional.

    El punto de vista que solamente es estrecho, debe derrumbar sus barreras para oxigenar y dar paso a otro tipo de percepciones, pero nuestro desconocimiento que genera una ignorancia que además es atrevida, no intuye ni por asomo.

    A veces es la propia vida, la que con sus adversidades, nos otorga la lección. A veces son las contrariedades las que nos hacen descabalgar de nuestro ego "sabelotodo".

    No esperemos a que una situación cataclismal nos derrumbe para volver a edificar. Tengamos una actitud de buen anfitrión para recibir opciones y posibilidades que hasta ese momento obviábamos por completo. Es un gesto de grandeza, de sabiduría en potencia, de salud emocional y de psicología sana que se actualiza por sí misma.


    Examinemos lo que escapa a nuestras manos y también lo que podemos controlar, y con todo ello, expandamos nuestra consciencia para eliminar fronteras y que pueda abarcar dimensiones que no vemos por estrechez de miras, y sí en cambio, con apertura mental.