domingo, 8 de febrero de 2015

Ramiro Calle. Entrevista íntima y personal.

    Nombrar a Ramiro Calle es leer en subtítulos: Yoga.
    Pero hay mucho más...
    Fue pionero de dicha disciplina en este país y dirige un centro de yoga desde el año 1971 llamado ¨Shadak¨. Ha escrito más de doscientos libros, y fue en esta faceta donde tuve mi primer contacto con él y su transmisión de la enseñanza.
    Nos remontamos allá por el año 2007, donde comenzaba a sentir atracción por sus libros. Era una
época de mucha sed de autoconocimiento, pero también de mucha desorientación y de ir dando pasos sin saber a dónde. Al principio todo lo relacionado con el yoga me asustaba, quizás por los prejuicios o por miedo a toda esa relación que siempre carga con lo sectario. Pero al detectar un libro llamado ¨El arte de la paciencia¨ sentí esa especie de flechazo indescriptible. Me sorprendió que alguien escribiera un libro sobre una virtud que siempre valoro mucho, e impulsivamente me hice con un ejemplar. Cuando lo leí sentí cierta familiaridad en sus palabras, golpes de luz, cómo una pieza encajaba con otra... No si también, por aquel entonces, no disponer de cierta capacidad para comprender otras muchas cosas. Pero la semilla había caído en terreno fértil y debo reconocer que sentí una mezcla de alivio, esperanza, reencuentro y por qué no, felicidad.
    Era una sensación de: ¨O él me entiende a mí, o yo le entiendo a él¨. Y cuando uno está sumido en pleno rastreo siempre es reconfortante vislumbrar una luz por muy pequeña que sea.
    Seguí leyendo sus libros y de nuevo la tranquilizadora experiencia de sentirse comprendido ante una de las dimensiones más angosta y desertizante que un ser humano puede experimentar: la ansiedad. De nuevo un plano vacío volvía a convertirse en mapa, y ahí, en esa etapa o escalón, fue cuando empecé a observar todo lo relacionado con el yoga desde otra perspectiva.
    Para más casualidad, al tiempo, mientras ojeaba en una sección de libros de un comercio de Madrid, veo que a mí lado está él haciendo exactamente lo mismo. Visceral e impulsivamente le saludé, y él con una sonrisa me atendió. En ese encuentro fugaz y donde uno siente la ¨causalidad¨, decidí acudir a su centro para practicar yoga.
    Siete años a día de hoy llevo siendo alumno suyo. Ni qué decir tiene su influencia a la hora de despertar mi faceta de escritor. Han sido, son, y espero que haya muchas más, las preguntas que le realizo en clase.
    Le considero una persona lúcida y despierta, con una mirada profunda, mente abierta y en donde parece que al exponer su charla en clase, debido a que son panorámicas y extensibles, vayan dirigidas a uno, descomponiendo tus creencias y patrones, y dejándote con la responsabilidad de organizar de nuevo tus puntos de vista. Es un sabio en vida en el que todos deberíamos ¨aprovecharnos¨ sin caer en idolatrarle, pero sí poder exprimir su experiencia para facilitar el tránsito en el camino que deseamos recorrer.
    Se me ocurre entrevistarle y hacerle un reportaje para el blog, ya que se cumple el cuarto aniversario de ¨En busca del Ser¨, nombre ¨prestado¨ precisamente de uno de sus libros. Pero no quería hacerle las típicas preguntas, quería llegar más hondo, algo más íntimo y personal. Conocer a un Ramiro lejos de estereotipos y atravesar lo que ya todos conocemos de él.
    Por ello y mucho más, le propongo esta entrevista. Observo que reacciona con mucho contento, con la ilusión de un niño, cuando el verdaderamente agradecido debería ser yo. De nuevo me descoloca porque habrá concedido miles de entrevistas a lo largo de su vida y de nuevo, con esta, le consigo ilusionar.
    Es difícil recopilar las preguntas. Es difícil aglutinar la infinidad de curiosidades. No descarto preguntas en función de si le va a parecer bien o mal. Me atrevo a conservarlas.
    En la entrevista observo a un Ramiro muy curtido, contemplativo y mostrando una lúcida indiferencia por temas que, para otros, podían ser inquietantes. Le noto afincado en sí mismo pero sin salirse de la vida, sin dejarla de lado, sino zambulléndose de lleno con una actitud humilde y accesible que ya muchos otros quisieran. No es una pose ni el disfraz de un personaje creado, sino el resultado de un trabajo interior que nadie ha podido hacer por él.
    Por mi parte he logrado realizar lo que me propuse, es decir entrevistarle, como un tributo a su aportación y legado.
    Espero que este homenaje, tanto a él como a los seguidores del blog, guste tanto como a mí el proceso y desarrollo del mismo.
    De todo corazón, que lo disfruten...

Raúl Santos - ¿Cómo es un día en la vida de Ramiro Calle? ¿Cómo desarrollas tu sadhana?

Ramiro Calle -Mi vida es muy simple. Una vida muy normal. Escribo, atiendo personas que me necesitan, doy tres clases diarias de yoga, contesto correspondencia, y hago hatha-yoga y meditación. A veces veo a los amigos y charlamos sobre temas muy diversos. También conecto con gente de otros países que me piden consejos muy diversos. Llevo una vida de plácida rutina, pero la Búsqueda siempre está presente, siempre.

R S- ¿Cuánto tiempo le dedicas a tu meditación diaria?

R C-Trato de meditar todos los días, una hora o más, según las circunstancias, pero desde luego trato de estar meditativo en la vida diaria. En fines de semana o vacaciones, si puedo, intensifico. También trato de hacer hatha-yoga todos los días, todos.



R S- ¿Qué sería de Ramiro Calle si no existiese el yoga?

R C-  Siempre he dicho que si no hubiera sido por el yoga, a ver si no hubiera acabado en una clínica psiquiátrica. Yo era un niño con una psicología muy difícil y luego fui un adolescente y un joven muy atormentado. El yoga me llegó cuando yo tenía 16 años, de la mano de un gran buscador llamado Rafael Masciarelli. Fue mi salvación en muchos sentidos. Por eso trato de devolver lo que yo recibí.

R S- ¿Cómo fueron los comienzos del centro de yoga? Si a día de hoy todavía a quien lo ve como una secta, no quiero imaginar en plena dictadura. ¿Te pusieron muchas trabas?

R C-Iba a abrir una librería de orientalismo. Mi primera mujer, Almudena Hauríe, era otra gran buscadora y teníamos esa idea. Pero al final encontramos el piso en el que sigue estando el centro de yoga y emprendimos la gran aventura. Almudena siempre ha tenido unas dotes fabulosas para practicar las posturas del yoga, además de ser una gran meditadora. Empezamos en enero de 1971, sin saber cómo resultaría todo. Y aquí sigo, ya ves. Más de cuatro décadas y han pasado por el centro de yoga medio millón de personas. Eran tiempos muy difíciles para el yoga. No se podían conseguir libros y yo los pedía a Hispanoamérica, Francia e Inglaterra. Nadie sabía lo que era el yoga, solo poquísimas personas. Ahora está la yogomanía, y el yoga ha sido por muchos desvirtuado y falseado. El supermercado espiritual.

R S-¿Has pensado alguna vez escribir un libro sobre anécdotas de Shadak?

R C- Hay infinitas anécdotas, porque son cuarenta y cuatro años. Pero ¿quién lo iba a editar? La mejor anécdota, si lo queremos decir así, es que durante dos años tuvimos una sola persona en uno de los horarios. Y que luego habrían de pasar medio millón de personas por el centro. Hoy el yoga se ha extendido sobremanera, pero hay que tener cuidado con la yogomanía y los pseudoyogas.

R S - ¿Cómo haces para escribir tanto? ¿Cómo o en qué te inspiras? ¿Estructuras o te dejas llevar por la inspiración?

R C- No estructuro. Siempre he tenido una gran disciplina en este sentido. Ya sabes, como escritor que eres, cuando la inspiración baje, que te encuentre escribiendo. La inspiración cuenta, pero la disciplina aún más. Donde me dejo más llevar por la inspiración es en las novelas.

R S- ¿Escribes sólo frente al ordenador o eres de llevar papel y bolígrafo?

R C- No, solo frente al ordenador. Sin saber la mayoría de las veces qué va a salir.

R S-¿Cuántos libros puedes llegar a leer, por ejemplo, en un mes?

R C- Según qué libros, pero media docena al menos, seguro. Hay libros que los releo diez veces o más. Un buen libro es un maestro.

R S- Cuando uno se inicia en la búsqueda de autoconocimiento, a ojos de los demás, parece que pierde de un plumazo todo el derecho a enfadarse o mostrar signos de inconformismo. ¿Qué opinas de ello? ¿Te ocurre a menudo?


R C-He ido cambiando mucho. Pero la insatisfacción sigue asomándose, porque uno quiere que el alcance espiritual sea mayor. No suelo enfadarme, es un gasto de energía que no deberíamos permitirnos. La ira nos hace sus esclavos. Mal negocio.

R S- Aunque no quiero ni te voy a pedir que lo expreses, ¿tienes alguna ideología política o te mantienes al margen de todo ello?

R C- Krishnamurti decía que los políticos no son de fiar. Concuerdo. La mayoría no lo son. Solo ego, afán de poder y autoimportancia. Babaji Shivananda iba más allá y decía sobre ellos: "Caca de vaca".  No hay políticos por lo general, sino malversadores de la política, gente muy fatua e hipócrita. Hay honrosas excepciones, aunque nombro: Gandhi, Luther King y Mandela.

R S- ¿Cómo reconocer nuestro ser real estando tan inmersos en tanta productividad, competitividad, responsabilidades…?

R C- Hemos hecho de esta sociedad, como dijera Sri Anirvan, un erial y un estercolero. Donde hay competencia no puede haber compasión. ¡El gran prostíbulo! En el centro del tornado está el espacio de quietud, es decir, en la naturaleza profunda y quieta que yace en uno. Hay que desbaratar las estructuras del ego; dinamitar su espesa burocracia. Humildarse. No humillarse, pero sí humildarse.

 R S- ¿Cómo podemos adaptar un ejercitamiento espiritual (sadhana) en la actualidad contemporánea y urbanita, cuando muchas veces de lo que menos disponemos es de tiempo?

R C- Yo soy un yogui urbanita, básicamente, que trata de seguir aquello que recomendaba Buda: "Sosegado entre los desasosegados". La Búsqueda es siempre difícil, para los más activos y para los más contemplativos, para los que viven en sociedad o se aíslan. No hay atajos para llegar al cielo.

R S- ¿Cómo seguir siendo individuos aun perteneciendo a una sociedad en la que parece que está todo orquestado para que no pensemos por nosotros mismos?

R C- Aprendiendo a discernir y a salirse del circuito de los viejos patrones, condicionamientos, modelos y esquemas; desmantelando lo que no somos y es adquirido para recuperar lo que somos. Para eso se nos han propuesto las vías espirituales y los métodos o herramientas.

R S- ¿De qué manera puede servir el yoga, o la enseñanza, en casos tan extremos como ser víctima del terrorismo, de una violación, bullying en los niños…?

R C- Afrontar todo eso es un verdadero yoga, sin desmayar psíquicamente. La vida es la gran maestra, la mentora a veces que nos hace aprender con mucho dolor. La ecuanimidad es el secreto para muchas veces no enloquecer ante tanto espanto creado por el ser humano. Es que somos homoanimales y tenemos que seguir la senda para humanizarnos.

R S- ¿Cómo diferenciar integridad de ego?

R C- Lo mejor con respecto a lo que exacerba el ego es no creérselo. El gran falsario del ego sólo quiere afirmarse y desarrollar sus enfermizas tendencias narcisistas. Hay que quitarle el alimento que le permite engordar.

R S- ¿Alguna vez has querido arrojar la toalla en tu propia búsqueda?


R C- Bastantes, sobre todo cuando era un romántico de la Búsqueda y esperaba resultados más rápido o cuando uno comprueba con lucidez hiriente que va cometiendo error tras error. Pero aquí hay que recordar el adagio: "El mismo suelo que te hace caer es en el que tienes que apoyarte para levantarte". La larga marcha de la autorrealización a veces se hace insufrible e interminable, pero si uno ha sido llamado interiormente, si en uno se ha activado el mecanismo de la Búsqueda, nada se puede hacer.

R S- ¿Qué extraerías como aprendizaje más relevante después de tantos años de rastreo interior?

R C- Acabo de escribir un libro llamado ¨LO  QUE APRENDI EN CINCUENTA AÑOS¨. Claro que podría escribir otro diciendo lo que no aprendí. El sabueso no debe dejar de rastrear. Cada paso es la meta, cada momento es la inspiración. La compasión lúcida o la lucidez compasiva es lo más esencial. Y desde luego el sadhana, o sea la práctica.

R S- ¿Qué despierta en ti la muerte? ¿Miedo, aceptación…?

R C- Como escribí detalladamente en mi libro ¨EN EL LIMITE¨, ya estuve bastante cerca de ella. Ante la muerte todo palidece y ante la muerte los más intrépidos tiemblan. El apego está siempre de por medio y el maldito ego que se rebela y es un tirano. Pero a cada momento estamos muriendo. Hay que aceptar, rendir el ego, entregarse, dejarse ir.

R S- Sabes que eres una referencia para muchas personas. También eres muy amado o muy refractado. ¿Cómo llevas que te idolatren o te consideren un maestro?

R C- Raúl, soy como un muerto a halagos e insultos. Unos te halagan y esos mismos te pueden luego insultar, y al revés. Todo es carnaval y lo peor es creérselo. Ya no me creo ninguna de esas manifestaciones. Muchos me detestarán, seguro, sin conocerme siquiera, y otros me adoran sin saber casi nada de mí. La rueda de la vida que no cesa. Amores y odios, afectos y desafectos, pero hay que ponerse en el cubo de la rueda y saber estar en paz.  Inevitablemente soy un referente, eso no lo puedo negar, aunque a veces se paga un diezmo, pero fui uno de los pioneros del yoga y a veces uno entra en el terreno de ser controvertido. En fin, ojalá pueda decir un día como Buda: "Los demás me insultan, pero yo no recibo el insulto". Ser un yogui urbanita, con una vida más o menos normal, levanta suspicacias; pero por fortuna nunca me he dejado meter en el papel de gurú, que me produce alergia.

R S- ¿Qué tiene el momento de duermevela o desvelo en la madrugada que trae una manera tan directa de sentir la realidad, totalmente lejana a la que percibimos de manera común?

R C- Es un encuentro al desnudo con la realidad más profunda y con uno mismo. Nos desenmascaramos, nos damos cuenta de las bagatelas, lo banal, lo accesorio, lo superficial. Se produce un toque de consciencia y todo palidece ante el sentimiento de la finitud de este falsario que es el ego. No hay dónde asirse, donde agarrarse, dónde no sentirse en lo vacuo sin falsos asideros o amortiguadores.

R S- A veces, uno se siente que ha alcanzado la claridad mental, donde nada ni nadie le puede afectar, con mucho poder interior y capacidad para fluir. Pero de repente todo se desmorona y volvemos a nuestra parte más sufrible y neurótica. ¿Tiene explicación estas oscilaciones? ¿Por qué no nos quedamos anclados en ese estado de lucidez una vez lo hemos conseguido y retornamos tan fácilmente a nuestra fricción interior?

R C- La mente vieja siempre imponiéndose y frenando la mente nueva. Los condicionamientos y códigos, el bucle repetitivo del apego y la aversión. El ego velando el Yo, lo adquirido ocultando lo Real.

R S- ¿Son la insatisfacción y el descontento dos factores intrínsecos del buscador?

R C-Totalmente. Son una energía muy poderosa si sabemos encauzarla bien, son un motor, un empeño, un afán, una voluntad de ser lo que nunca hemos dejado de ser. Uno siente que no está completo y quiere completarse.

R S- Son muchos los libros que nos insisten en estar siempre positivos, pero ¿pueden llegar a convertirse en un autoengaño o un freno para autoconocernos?

R C- La mayoría son un autoengaño, un placebo, un analgésico espiritual. Lo que hay que estar es en la lucidez y la compasión, no en ideas, conceptos o incluso la obligación de ser feliz. No busco la felicidad, busco la paz interior.

R S- Cuando uno se siente a punto de desfallecer ¿puede ser necesario suspender intencionadamente el sadhana, tomándolo como un paréntesis y retomarlo más renovadamente?

R C- Bueno, si tienes sed, ¿puede ser necesario suspender la ingesta de agua? El sadhana es el soporte, el refugio, la dirección, el  apoyo. Se puede aflojar, sí, como el que sube por una empinada cuesta y se detiene para tomar resuello y proseguir.

R S- ¿Es necesario tocar fondo para nuestro crecimiento personal?

R C- No pocas veces se toca fondo. Caes y te levantas. Te despistas y regresas a la senda. Tropiezas, te caes, y te incorporas. Las dificultades juegan un gran papel, aunque no las queramos. El veneno hay que transformarlo en néctar. No es fácil. Hay que convertir el sufrimiento inevitable en consciente, como una pértiga para dar un salto más alto.

R S-¿Son la desrealización y la despersonalización atisbos de una realidad que se nos escapa y que nos ofrecen un ¨toque¨ para que vislumbremos algo que está tras lo aparente?

R C- Si no nos espantan o producen ansiedad pánica, pueden ser rendijas a otro tipo de percepción, a la captación de lo relativo y el vacío.

R S- Si pudieras elegir solamente a uno, ¿cuál sería el maestro espiritual que entrevistarías?

R C- Permíteme tres: Buda, Lao Tse, Jesús.

R S-¿Qué opinión te merece la ¨hipocresía espiritual¨ donde todo se soluciona diciendo que es por culpa de tu ego, o donde para ser espiritual hay que disponer de ciertos requisitos o alcanzar ciertas posturas? ¿Nunca pensaste en formar a profesores?

R C- No hay peor orgullo que el espiritual En el ámbito espiritual hay muchas personas que o alimentan, y alardean de sus conocimientos o van de iluminados, se envanecen, son solemnes y alardean. ¡Falsarios! Jamás pensé en formar otros profesores que no hayan sido los que dan clase en mi centro. La formación de profesores se ha vuelto un gran negocio en el supermercado espiritual y no se previene a los que se quieren formar, de que va a haber más profesores que alumnos, que no podrán ganarse así la vida (y muchos dejan su trabajo para ello), que habrá centros les explotarán pegándolos miserablemente y no les asegurarán. Yo no entro en ese juego perverso, como cuando me han querido nombrar presidente de una federación o cosas así. Politiquéos que no deberían estar en el yoga jamás.

R S- ¿Cómo afronta y ve el futuro Ramiro Calle? ¿Qué proyectos tienes entre manos?

R C- ¡Ah!, ¿pero hay futuro? Ya apenas escribo. Trato más ahora en estar que en hacer, en ser que en enredar. A veces, como sabes, llevamos la maleta encima en lugar de depositarla en el suelo del tren y que él la lleve. Menos pensar y más conectar con lo que es. Más indulgencia, más humildad, más mirar el transcurso de los acontecimientos con ecuanimidad.

R S- ¿Algo que quieras expresar libremente y con total libertad?

R C- Si a nadie le gusta sufrir, ¿por qué causamos tanto daño a los demás? Somos un yo-robótico y hay que hacerse consciente y virtuoso, saber amar, alimentar el propósito de no dañar a seres humanos ni animales. ¡Qué de atrocidades hace el homoanimal que somos, qué espanto, qué vergüenza, qué desdicha! Todo está dicho, pero nada está hecho. Sin el homoanimal este planeta sería un paraíso, por lo menos no se añadiría sufrimiento al sufrimiento. Todo se fagocita, pero por lo menos seamos más respetuosos y superemos la mezquina autoimportancia. No creo en ninguno de los "valores" que propone esta sociedad hipócrita y alienada. Soy un ácrata sin acrimonia. Soy un simple intermediario gnóstico que pasa a los demás enseñanzas que a él tanto le han ayudado.




    Muchas gracias Ramiro por dedicarnos tu tiempo. Siempre te estaré agradecido. Gracias por ser como eres y espero que hayan disfrutado todos los lectores de esta entrevista convertido en homenaje para ambos, es decir, tanto para Ramiro Calle, como para los propios seguidores. Espero que ya sepamos todos un poquito más de un Ramiro más íntimo y personal, y nos siga inspirando en la Búsqueda del Ser
    Creo que ha sido una muy buena manera de celebrar el cuarto aniversario del blog.
    Ahora sí que puedo decir que he cumplido una expectativa muy alta, y en la cual, creo haber sido portavoz de muchos a la hora de realizar las preguntas.
    Espero seguir disfrutando de tu experiencia y sabiduría.


                                                                 ¡¡Gracias Maestro!!













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