viernes, 6 de abril de 2012

La comprensión.

    La comprensión es el desarrollo de una visión amplia y panorámica, que permite a su vez, obtener un prisma detallado  de los hechos sin la inclinación hacia uno u otro extremo.

    Porque la vida es una dualidad en sí misma, muchas situaciones o circunstancias están recargadas de contrariedades y eso impide determinar un posicionamiento dentro de la lógica. Optar por la incomprensión es como atrincherarse sin dar un paso a la observancia que pueda ir desmarcándose constantemente para recapitular todos los puntos de vista posibles. Sujetarse a la rama impide abrazar el árbol, y sus frutos consecuentemente van cayendo sin que podamos atraparlos. Una vez ya están depositados en el suelo nos damos cuenta de lo que hemos dejado escapar por mantener una posición fija y estática.


    La falta de comprensión es un rígido escudo que nada le puede arañar. Tras él se oculta todo tipo de inseguridades que no permiten desplegar otro tipo de entendimiento y acceder al modo final de ser de todo lo acontecido. La incomprensión es crear un acceso restringido hacia todas las variables para tener la sensación de asir el estrecho margen que ofrece la circunstancia.
    Comprender es alcanzar la cima más alta y poder así, divisar todo desde ese punto tan elevado. Es permitir una cierta distancia con los hechos para no implicar la parte emocional y ésta no se vea salpicada por la misma. Desde ese punto no sólo son visibles los hechos, sino que además se despliega la intuición. Ésta se despierta ya que no se siente aprisionado por la capas de los conceptos y los prejuicios.

    Una comprensión consciente es no agarrarse a culpabilizaciones que se crean desde los propios miedos internos. Comprender no es falta de posicionamiento o firmeza, simplemente es no anteponer adelantadas afirmaciones y apelar por una amplitud de entendimiento y que se pueda dar así un veredicto menos cerrado y tajante. La comprensión, como cualidad y actitud positiva, debe ser bien entendida para un provecho de mejora humano y de convivencia, no para fines personalistas por parte de los demás o para obtener diversos privilegios.

    La verdadera comprensión no nace de observar y juzgar a los demás, sino de la auto observación. Decía un maestro a su discípulo: ¨ Porque soy débil, entiendo tu debilidad¨. La verdadera comprensión nace de la movilidad de ponernos en otro lugar para hallar la cercanía objetiva del asunto. También nace del alcance de entender las distintas leyes que rigen a nuestro alrededor. Entre otras: la ley de la transitoriedad -nada es para siempre-; la ley de las variables -todo está sujeto a variables, nada es fijo-; la ley de la inseguridad -por más que queramos siempre habrá cosas que escapen a nuestro control-.

    Ese entendimiento deja un margen para encasillar los hechos sin asfixiarlos. A veces la comprensión es un bálsamo para la persona, pues no carga con el fardo de la indignación ni acarrea esa resistencia a la no aceptación. Eso no debe dar pie para la denuncia ante actos crueles, donde la comprensión no irá dirigida hacia el autor de un acto impune, sino a sus victimas o consecuencias. Hablamos de una comprensión en un nivel ordinario, de día a día. Una comprensión que facilite la comunicación entre seres y que no se genere una barrera infranqueable donde al chocar contra el muro de la incomprensión quede el resentimiento psicológico.

    Sólo comprende quien ha evolucionado, eso en incuestionable. La comprensión nace de una expansión de la consciencia. Una mente estrecha es como una habitación con una sola puerta, o se entra o se sale. Una mente abierta contiene más puertas, se ventila antes, por unas se entra y por otras se sale. La habitación es la misma, pero cuando logras ubicarte en cada una de sus puertas, adquieres la capacidad de verla desde otra perspectiva. Se produce un intercambio continuo -pero que no es pretexto para alcanzar una determinación-, y que habrá sido obtenida tras una mirada activa a todo el contenido que se mueve aleatóriamente.

    Todos los puntos de vista interactuan dando sus razones y la labor es acertar asépticamente con una visión que reuna dichos puntos pero que permita decantarse por la más provechosa y la más cercana a la idoneidad.

    Si algo le fata a este mundo es comprensión. Si aderezáramos con un poco de entendimiento no habría tanta fricción. Pero comprender se interpreta como una especie de rendición y nadie está por la labor de abandonar su posicionamiento petrificado. La comprensión sólo puede producirse en un estado elevado. Sólo cuando una persona ha conocido un nivel y otro, entonces, puede llegar a conocer conscientemente. Si sólo uno conoce la planta de abajo, no puede hacerse una idea de qué hay arriba. Cuando estás arriba -porque primero has estado abajo- ya si se conocen ambos puntos de vista. Entonces se adquiere la capacidad de comprender lo que sucede en ambos niveles; porque se han vivido, porque la respuesta comprensiva emerge de la experiencia, no de la posibilidad lógica del asunto. La lógica acaba por aplastar ciertos criterios que escapan a la misma. Es como agarrarse a un martillo que sólo golpea. Es la manera de zanjar el asunto en base a una respuesta ya dada, pero no moldeada para ajustarla el alcance de los hechos. Es una moneda de cambio para cualquier billete. Una transacción para cerrar acuerdos.

    Otras veces la comprensión puede ser fingida, pero no extraída de la luz de la sabiduría. Se convierte en un barniz donde resbalan los acontecimiento evadiendo la confrontación con los mismos. Es ésta una comprensión  maquillada, no integrada. Es una comprensión recubierta de mármol, donde la escultura aún no se ha sido tallada. No nace de un trabajo interior, sino de una evasiva a no enfrentar los hechos. Esto sólo puede generar falta de integridad y resentimiento, donde la factura ya ha sido enviada a la espera de llegar con el mensajero.

    No hay que confundir comprensión con justificación, porque a veces algo puede ser justificable pero no comprendido y viceversa. La justificación es muy superficial, permite levantar la barrera de paso, pero no se termina de acceder a la raíz de la proveniencia del asunto. La justificación es como un aduanero que permite el acceso mirando por encima, pero que no llega a indagar en lo que ha empujado y ha sido vivido por los ocupantes del vehículo para llegar a ese punto.

    La verdadera comprensión permite engrasar el enredo de la confusión y desanudar los hilos de la falta de visión clara. Es como desempañar el cristal que permite acceder a una perspectiva no obnubilada o translucida del asunto.

    Otras, la comprensión, puede ser una ayuda de doble filo, pues se puede producir un desmesurado apego
a su demanda, haciendo de quien lo padezca un excesivo acaparador de la misma, e incitando continuamente a su despliegue por parte de personas afines. En ese caso se produce un flaco favor, pues es una comprensión poco fiable que tan sólo pretende no desordenar nada y mantener una actitud de conformidad que evita cierto freno a la evolución consciente de una persona. Muchas veces la comprensión demandada se puede convertir en una adicción, dejando en ella el convencimiento o reiteración de nuestros actos sin que intervenga nuestra propia capacidad de discernir ante lo relevante. La verdadera comprensión va más allá de que alguien nos de su aceptación. Son muchas otras veces en que esa falta de comprensión consciente nos da un giro que permite correr ese tupido velo de confusión que antes albergábamos, y que gracias a ello, se remueve la urgencia de volver a calibrar otros puntos o aspectos para de nuevo enfocar el objetivo por el cual nos asomamos.

    En la parcela de la realización de sí, la comprensión es la culminación de asentar un entendimiento que logre sacarnos de nuestra estrecha percepción, y muestre otra manera de ver y percibir que hasta ahora no había aflorado dentro de uno. El buscador no sólo busca comprensión en lo cotidiano, sino otro tipo de Comprensión Final que revele una respuesta intuida hacia todo aquello que le descoloca. Sabe que comprendiéndose a sí mismo ya empieza a comprender algo. También, que comprendiendo que hay una parte incomprensible, está comprendiendo algo.



    Comprender es entender, aflojar, soltar, fluir... Es no volverse una roca de miras estrechas y ampliar magnifica lucidez hacia un desarrollo más humano y donde todos los seres guardan el derecho a no ser perfectos.