Es muy difícil no caer en la red de las opiniones ajenas, pues de algún modo nos sirve para ver el reflejo de nosotros mismos, que por contra, no sabemos encontrar sin la necesidad de la opinión externa. En una sociedad donde los prejuicios nos envuelven con tanta fuerza, es muy inusual quedar excluido del alcance de una opinión procedente de fuentes exteriores.
Ante este amasijo de juicios de valor, moralidad convencional y clichés socioculturales, el sujeto acaba dándose de bruces ante el muro de lo idóneo, pues ciertamente no sabe cómo acertar sin que le salpiqué la daga de la crítica. Dependerá de la naturaleza de la persona el que encaje bien una crítica o no; también dependerá de hasta qué punto es o no constructiva. Hay personas que en seguida se vienen abajo, otras, les produce indiferencia, y en otras, les despierta un afán de mejora.
Como cada persona que recibe una opinión es un mundo, también lo será quién lo lance. A veces se produce el fenómeno de la proyección, y ante diferentes personas o hechos, tan sólo proyectamos lo que más nos disgusta de nosotros mismos o lo que realmente tememos que nos suceda. Es muy difícil ver las cosas tal y como son sin que se inmiscuyan los miedos, inseguridades y la autoafirmación del ego, siempre presto a enredar con sus constantes opiniones. El ego juega un papel crucial, pues en última instancia es una lucha de egos y no una comunicación de seres. El ego sobrevive a través de sus afirmaciones y se ve en la tesitura de defender aquello en lo que se ha posicionado, aunque a veces no sea lo que realmente cree, pero que sin embargo, le permite sobrevivir a base de cargas de razón ante los demás. En otras, el ego, se sumerge en la desesperanza, pues no entiende cómo es blanco fácil de todas las dianas. Observa que aún no habiendo tenido intención alguna, toda crítica cae en él como la más torrenciales de las lluvias.
Locutor e interlocutor; padres e hijos; jefes y empleados; todas las personas interactuamos en un cruce continuo de opiniones hacia el resto. Habría que analizar no el hecho en sí, sino la dependencia a criticar constantemente o la inclinación a saber reiteradamente qué imagen tienen los demás de nosotros. También habría que valorar hasta qué punto nos afecta las opiniones más malévolas, y hasta qué punto nos enaltecen los reconocimientos.
Recibimos una crítica negativa y todo se torna con un manto de malestar. No encontramos sentido y no nos sentimos gratos a entablar una comunicación con el resto, pues observamos que no encajamos en los ideales ajenos. Recibimos un reconocimiento y surge una nueva dimensión de alegría, nos sentimos dichosos, todo retoma un color más vivo, todo vuelve a vibrar.
Así nos convertimos en péndulos oscilantes de un lado a otro, yendo de acá para allá según nos dirijan con las opiniones y obviando que, si nos elevamos conscientemente,podremos alcanzar el punto del péndulo donde nada se agita. Pero para ello hay que escalar las cumbres de la mecanicidad, subir por la ladera de un autoconocimiento que no permita una opinión que no haya filtrado por el discernimiento discriminativo. De ese modo el sujeto ahondará más y más en las profundidades de su ser, dejando al margen lo que proviene del exterior (siempre y cuando no sea constructivo) y hallará en sí mismo el claro reflejo de lo que es.
La persona ya no dependerá tanto de las opiniones externas para crear la suya. También ira desengañándose de las suyas internas, porque nada hay peor que los autoengaños que nos formamos, dándonos por arrogar cualidades de las que carecemos o sumando criterios erróneos que no nos pertenecen.
También influirá la educación, el entorno, etc. Si hemos tenido unos padres que nos juzgaban duramente puede que seamos más vulnerables a las críticas. También debemos quitarnos la creencia ciega de que tenemos que encajar en los patrones de los demás y vivir los sueños de los otros. Hay mucha manipulación tras ello, pues la crítica constante no es más que el arma para provocar un cambio de actitud en la persona para que se ajuste más a nuestros criterios o intereses. Una persona no aceptada es como una amenaza, y si además piensa por sí misma, se convierte en el mayor de los enemigos. Si además no da valor a lo que digan de él (insistiendo siempre en escuchar y sacar algo concreto) la persona estará cortando los hilos invisibles que muchas otras les encaja para manejar y tener la sensación de tenerlo todo controlado, incluso la vida de ciertas personas.
La empatía y el tacto debe prevalecer, pues aun diciendo algo por el bien de alguien, éste debe recibirlo como lo que es: una ayuda.
Las opiniones siempre estarán ahí; hagamos por no perder el tiempo en opinar y meternos constantemente en la vida de los demás, y mucho menos en alimentar lo que pueden decir de nosotros. Traspasemos ese umbral de consciencia y dejemos abajo el barrizal de las críticas y desconsideraciones.
Buda decía: ¨ Ellos me insultan pero yo no recibo el insulto ¨. Cargar con todo lo que oigamos es dar más importancia a la apariencia que a la esencia, y ahí es donde el buscador pone todos los medios a su alcance para eliminar el velo de las apariencias -con la que tanto se choca- y acceder a otro tipo de vivencia más rica y provechosa.
La persona que busca en sí mismo el conocimiento último, entiende que será blanco fácil para llenar la boca de los que gustan de la crítica, pero inteligentemente aúna sus energías para no dejarse anclar en los enredos de sentirse constantemente considerado, y proseguir su marcha aun no entrando en el papel de ningún juego determinado.
Me ha encantado Raúl!
ResponderEliminarTendría que existir un mundo mejor donde no nos hicieramos tanto daño..por desgracia la crítica destructiva esta presente más que la constructiva...y es dolorosa...ojalá tuvieramos la clave de poder hacer que todo en nuestro cerebro pasara inadvertido..
Un saludo Yoli!
Pues si, la verdad es que un mundo mejor se comienza ganando en mejorarse uno mismo, y las críticas en ese mundo no tendrían razón de ser, porque nada ni nadie nos haría sentir desafiados continuamente.
ResponderEliminarMe alegra que te guste!!
Gracias Yoli por participar!!
Las críticas destructivas son más comunes porque, sencillamente, son más fáciles de lanzar. Una crítica constructiva requiere pensar, y eso no todo el mundo lo hace antes de abrir la boca... algunos ni siquiera después.
ResponderEliminarLo que de ningún modo deberíamos hacer es dejarnos influir por la opinión de los demás...nunca...jamás.
Los que aspiramos a escribir percibimos todo esto en mayor medida cuando exponemos nuestro trabajo a los ojos de la gente. En mi caso, muchas opiniones positivas... de amigos o gente que no se atreve a decir la verdad (no me sirven de gran cosa. Si les hiciese caso, pensaría que soy el próximo Bestseller internacional) Opiniones negativas...pocas, pero nunca constructivas (tampoco sirve de nada que te digan: "oye, tu libro es una mierda"). Pues razónalo, o si no, cállate.
En fin, no me extiendo más.
Conclusión: Ni caso a la opinión ajena, a menos que sea lógica y razonada.
Un saludo
Raúl, me ha gustado tu artículo y me gustaría saber sinceramente si me envías comentarios. Un beso
ResponderEliminarHola Carmen!
ResponderEliminarNo, hace mucho que no me meto en tu blog, a ver si saco un hueco y le echo un vistazo!!
Un besote!
Hola Javier.
ResponderEliminarEl problema que desde pequeños siempre nos inculcan la importancia del ¨qué pensarán¨. Nos inculcan el llegar, pero no el estar; el tener, pero no el ser. Por eso te doy la razón en que no hay que dar valor a opiniones ajenas constantemente, pues al final creamos una imagen de nosotros mismos con los parches que nos proporcionan los demás.
Un saludo y ánimo con la novela.
Me gusta tu blog y lo que expresas.
ResponderEliminarUn beso
Muy interesante Raúl. Yo creo que la critica en general es buena siempre y cuando este debidamente razonada. Lo que para unos esta bien para otros no y viceversa, por eso buscando el termino medio de las cosas normalmente encontraras la virtud que proporciona el equilibrio. Críticas si pero argumentando , hablar por hablar es facil pero hablar razonando y defendiendo tus argumentos requiere pensar y crear y ya sabemos que es mas cómodo destruir que crear. El dicho "ande yo caliente y ríase la gente" debería ser el lema de todos, así seríamos más felices. Un saludo, Miguel (shiatsu).
ResponderEliminarHola Miguel, pues si, tienes toda la razón. Las críticas rara vez no vienen cargadas de sentimiento de animadversión más que de otra cosa. Todos deberíamos protegernos antes dichas críticas que si nos hacen reaccionar, sólo consiguen que convirtamos en verdad aquello que calumnian sobre nosotros.
ResponderEliminar¿Cómo vas con el curso?
Voy bien amigo, mucha materia pero me encanta. Te animo a que sigas escribiendo plasmas muy bien las ideas y escribes con sentimiento y sentido, ya me diras si sigue adelante lo del libro. Un saludote.
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